miércoles, 5 de diciembre de 2007

Guate, Guate, Guate

Desde hace dos meses escucho cada mañana la misma cantinela. Sobre la 7ª calle pasan cada día cientos de camionetas camino de la capital, cargadas de gente de diferente pelaje.

Suelen ser antiguos autobuses escolares americanos... esos amarillos de las películas, pero con una capa de pinturejas que le dan otra vida y otro aire. Cuando voy 5ª avenida abajo hacia las ocho de la mañana camino del centro, veo siempre al tipo que grita colgado de una barra tratando de recoger despistados transeúntes camino de la ciudad.

El sábado tuve mi primera experiencia con las camionetas: tras rebelarme contra la tesis y darme una duchita matinal, me planté en la calle en busca de alguna camioneta que me llevase a la capital. Normalmente, una plaza en un triste microbús gris de gringos se cotiza a 10$, unos 70QTZ. Sin embargo, el mismo trayecto en una vistosa camioneta de colorines atestada de chapines sale por unos 8QTZ. Obviamente, opté por la camioneta... eso de los colorines es entretenido!

Había visto muchas cruzarseme por delante, con sus pestosos tubos de escape en plena erupción... pero no era consciente del microcosmos que esconde cada una de esas antiguallas de hojalata.

Sólo cuando respondes a la llamada de Guate, Guate, Guate! entras a formar parte de esa historia. Subes en marcha los cuatro escalones que separan los maltrechos adoquines de la calle del traca-traca de la camioneta; en ese momento recuerdas que la última vez que subiste a algo en marcha a aquel tren de las 18.00 que salió una tarde de agosto de Varanasi camino de Calcuta... suspiro en memoria de Camarón!

- (inaudible) -te dice el que gritaba... pero entiendes que te pide que te acomodes al fondo, que dejes sitio a los demás y que te empotres en el primer huequito que veas libre. Miras hacia el fondo y ves cómo te observan un montón de rostros de ojos rasgados, de mirada atenta, de tez tostada y de ánimo rendido. Son las diez y media de la mañana: unos miran por la ventana, otros hablan con quien comparten el viaje, otros analizan los pasajeros que se unen en ese viaje estelar. Llevan bolsas, bolsones, mochilas, compras del mercado...

Cuando te acomodas entiendes a qué se refieren cuando hablan de la "ley de horacio": la mitad del culo dentro, y la otra en el espacio. Y así es. Mientras no entran tres en cada asiento no podemos decir que la camioneta va llena. El pasillo es estrecho y cuando te encajas entre otro "horacio" y el tuyo, crees que ya no cabe ni un alfiler. Te equivocas. Es entonces cuando entran en juego los medianeros, esos que se insertan en el pasillo entre los "horacios" y que se agarran a lo primero que echan mano. Apretujaos, seguimos el camino.

La carretera de Antigua a la capital es, lo que se viene llamando, sinuosa. Curva a la izquierda, curva a la derecha, curva cerrada, curva con cuesta... cuando tienes a una señora gorda y su hija sentadas a la derecha, las curvas a la izquierda son una pequeña pesadilla... te sientes como una loncha de jamón envasada al vacío! pero cuando llega la curva a la derecha... jeje, venganza! te piensas que estás ayudando a cerrar una maleta de tu hermana y achuchas por inercia para sentir el placer del milímetro libre entre el muslamen de la señora y tu chicha.

Entre tanta curva, hay paradas y sus inevitables subeybajas de los pasajeros interestelares. Acertáis con toda clase de colores, sabores y olores que podáis imaginar.

¿Quién dijo que en los trenes de los Carnavales no se paga porque el revisor no puede pasar? Pues le recomendaba yo a los de Renfe que se vinieran por aquí una temporada para que vean cómo es posible que alguien pase cobrando entre un par de "horacios" y un medianero en un pasillo atestado con millones de personas. En serio, que no exagero! Que los exagerados son ellos... ¿cómo se meten cuatro elefantes en un seiscientos? Pues dos delante y dos detrás... pues igual con la gente! ¿Cómo se meten medio millón de chapines en una camioneta? Pues igual, pero en varias filas!

Mención especial para la BSO que te acompaña y que anima tu viaje: salsa, bachata, merengue y chachachá (lo siento, aún no se diferenciar!). Pero la vida no deja de sorprenderte y de pronto surge un: te compro a tu novia! Melodía repetitiva, divertida y cansina que conoces porque tu hermana pequeña te martirizaba con su cd de música peruana cuando quería recordar su estancia por aquellas tierras. Merece la pena reparar en la letra, es impagable!

Todo esto ocurre ante los ojos de dos diablillas de piernas kilométricas que visten un escueto bañador rojo y lucen sendos tridentes entre las piernas; sonríen pegadas a cada lado del "Diablita" que luce camionetero al lado del retrovisor, dando la bienvenida a los nuevos pasajeros y despidiendo de forma pícara y simpática a aquellos que bajan de la nave.

"Paiz, Paiz, Paiz". Entonces regresas a la tierra, ves a lo lejos el mamotreco de Tikal Futura, centro comercial abominable que te anuncia el momento de bajar de la camioneta y buscar un taxi que te lleve a cualquier rincón de la ciudad.

¿Taxis? Son una raza aparte, creo que llegaron a la Tierra procedentes de un satélite desaparecido de Júpiter. Todo, los de Skoda Fabia madrileño, los rickshaws de Agra o los cuatrolatas de Guate te hablan del Real y del Barcelona. Fútbol... ¿donde he estado los últimos veintisiete años de mi vida? ¿cómo he permanecido ajeno a esta ciencia del correr detrás de una pelota?

Por favor, que alguien me aclare...



AB


Feliz puente a todos!

2 comentarios:

JLB dijo...

No te fias de tu hermanita cuando te habla de los grandes megahits...
ahora ya sabes de la vida... jejeje

Anónimo dijo...

Espero que tambien tengas un buen finde...........y puente.Tú que puedes.

A ver si comenzamos ya con las cositas de Navidad!!
¿Como se vive por ayí?
La Navidad quiero decir.....no la vida.
Besitos
Carmen