domingo, 9 de diciembre de 2007

Xela, con otro aire

Viajar en camioneta es divertido. Además de llevarte donde quieras a la hora que quieras, te proporciona momentos inolvidables y te da la oportunidad de "tocar" a gente local...

El viernes bien temprano pillé una camioneta en la terminal del mercado para ir a Chimaltenando. Desde allí, cogí otra camioneta hasta Quetzaltenango. Fueron cinco horas de traqueteo, curvas, empujones y de atenta escucha de conversaciones ajenas. Al subir me acomodé al lado de un par de señores de mediana edad. Detrás iba el alemán que había conocido en la camioneta camino de Chimal, un tipo de dos metros empotrado entre dos tipos, una señora con niño y un joven que ocupaba el pasillo. Curioso. Entre tanta paradita y tanta gente subiendo y bajando de la camioneta, hubo un momento en la que tuve que levantar a un enano de unos cuatro años para que no le espachurraran. Estoy hecho un héroe! ;)))

Delante, un par de marujas chapinas cacareaban sobre cómo está la vida, cómo van los negocios, cómo está la juventud... "Claro, si tenés un negocio tenés que cuidar a la gente. No se puede estar con la cara seria o tener un comportamiento poco amable. No es que vayamos a estar buscando hombres, pero al menos hay que sonreir"; "claro, claro... es así como la clientela quiere volver, si no se busca otro sitio donde comprar!". Detrás estaba don Quique, el marido de la tendera, con su hijo Quique y otro joven: "Ese restaurante es bien bueno, es lo mejor de la zona 4". "Me habían hablado de él, pero todavía no lo conozco; yo voy mucho al que está al lado". "Sí, ese está también muy bien".

De fondo el "Todos contra todos" un programa de radio que enfrenta superéxitos de dos en dos y pinchan la canción ganadora. Entre Alacrán Musical y Los Tigres del Norte, ganarón los tigres... También resultadon vencedores El Chapo de Sinaloa, Los Tremendos y otros más del mismo palo. Entre tanta musiquilla, empiezo a aprenderme alguna... ya os pasaré una recopilación en condiciones con lo mejor del Camioneta's Mix! ;)))

Llegamos después de un parón de cuarenta minutos, casi dejando atrás a las dos marujas y al niño de cuatro años, que habían ido al "baño". La Interamericana está de obras, así que de vez en cuando paran el tráfico en un sentido para que pasen los que vienen en sentido contrario.

Quetzaltenango es la segunda ciudad más poblada de Guatemala, con 120.000 habitantes. Conocida también como Xela, diminutivo de su nombre maya quiché: Xelajú. Respira todavía ese aire medio alemán que tuvo en el XIX con el boom del cultivo del café: grandes casas señoriales, monumentos, teatros, edificios de doble altura (incluso de tres!)... El Xelajú ganó el último trofeo de clausura, así que se ven carteles y camisetas por todos lados.

La camioneta te deja en la terminal Minerva, en las afueras de la ciudad, justo al lado de uno de los mercados más ajetreados de la ciudad. Hay que atravesar todo el mercado, auténtico espectáculo medieval, para llegar hasta la rotonda del Templo de Minerva (Sí, uno de esos caprichos neoclásicos de un político iluminado...) donde se coge el minibús que por 1QTZ te lleva al centro. En el trayecto atraviesas la mitad de la ciudad, el mercado de La Democracia y la 14 avenida A hasta el Parque de Centroamérica.

Instalado en la Pensión Andina, que te ofrece una habitación medio digna con baño por 50QTZ (5€), me di una vuelta por el centro, visité la Casa de la Cultura Occidental (post aparte...) y localicé a la gente de Quetzaltrekkers.

Quetzaltrekkers

Hace ya como diez años, Gavin, un inglés de unos treinta apasionado del país y de la montaña, decidió poner en marcha el proyecto. La idea es sencilla y funciona: organizar caminatas por la montaña, subidas a los volcanes cercanos y días de escalada para toda la gente que pasa por la ciudad; y dedicar todos los beneficios a la EDELAC (Escuela de la Calle). Funcionan con extranjeros voluntarios que se comprometen a estar, al menos, tres meses con ellos. Con el tiempo han crecido y reparten los beneficios entre la escuela, un orfanato y una clínica. Ahora, además, tienen sede también en León (Nicaragua), así que tendré que ir por allí para participar del proyecto... ;)))

Ayer sábado estuve todo el día con Daniel (26, estadounidense de origen mexicano), Brian (22, estadounidense de padre alemán y madre irlandesa), Sonja (25, alemana deportista de Colonia), Marianne (26, fisioterapeuta canadiense), Patrick (22, "cocinero" de Nueva York), Addie (20, estudiante estadounidense) y Aki (22, japonés pirado imprescindible).

Fue divertido. Desayunamos en Casa Argentina, su base de operaciones, y salimos como a las ocho camino de la montaña. Una camioneta, un microbús y una subida de veinte minutos bastaron para llegar al pie de una pared de 20 metros. Según la escala americana, eran unas pistas de 5.8 y 5.9; lo que vendría siendo una 7A y 7B en la escala francesa. Recuerdo que llegué a hacer una 6A en Arico con Juanluis, Isaías y Gonzalo allá por el 2001, pero eran otros tiempos. Ayer logré subir la 7A, pero me costó mucho. Antes había probado con la 7B y fue complicado. Las grietas de la roca eran pequeñas, muy pequeñas, tenía las yemas de los dedos heladas, había perdido la sensibilidad y no sentía el tacto de la roca. Los dedos se agarrotaron y me impedían seguir subiendo. A mitad de camino, a unos 10 metros del suelo, desistí: "ok, Brian! I'm done! Let me just enjoy the sight!".

Una, dos, tres, cuatro... hasta cinco veces me encasqueté los pies de gato. Fueron cinco horas de esfuerzo, charla y coordinación. Estuvo bien. Mientras no escalábamos, cada uno contaba su historia... fue así como nos enteramos que Aki había estudiado Historia y había hecho su tesis sobre la historia del vegetarianismo en Estados Unidos. Él no es vegetariano, en abril empieza a trabajar en una compañía pesquera. Marianne nos contó cómo era la subida a la montaña de al lado del Kilimanjaro. Patrick contaba historias del restaurante argentino en el que trabajaba en Nueva York. Sonja se concentraba, miraba arriba y analizaba las rutas que seguíamos. La teutona deportista fue la que hizo sin problemas las tres subidas propuestas.

Las vistas eran estupendas, se divisaba el altiplano, rodeado de montañas y volcanes, con un desordenado ajedrezado de cultivos verdes y amarillos. Quién sabe por qué, el cerro en el que estábamos tenía cierta tradición religiosa y se escuchaban los contínuos cantos evangélicos de las numerosas "capillas" de hojalata instaladas entre las rocas. Familias completas subían y bajaban para participar en sus ceremonias, hacer sus ofrendas de flores y cantar a voz partida sus alabanzas y agradecimientos. Impresionante.

Regresamos caminando, haciendo una parada obligada en Los Vahos, una sauna de origen volcánico en la que encierran a turistas. Sin exagerar, nos metimos ocho en un espacio similar al de un baño de avión, a oscuras y sudando... puag!

Cenamos en el Blue Angel. Juliancito, que cumplió los tres años el jueves, se despidió antes de irse a la cama chupando todavía el biberón mientras nosotros estábamos ya con el primer cuba. Cosas de la edad. Su madre nos sirvió unos estupendos burritos mixtos y un cartón de vino chileno. Todo por 38QTZ (3,8€).

Seguimos la noche en la "casa del yoga", donde se habían reunido gente de Quetzaltrekkers y conocidos para celebrar la "boda" de dos guiris afincados en Xela. Fiesta, cubas y bachata. Aprendí de manos (o de pies, según se mire...) de una danesa de cuyo nombre no puedo acordarme.

El mundo es un pañuelo, es ciertamente pequeño... a la cena se incorporaron Ask (un danés de Aarus... la ciudad de mi cuñado Martin!), y Greg (un inglés de Londres que estudió en Wakefield, pueblo perdido de Yorkshire donde vivía mi hermana Carmen!). En fin... somos todos un puñado de mocos!

La noche acabó hacia las dos... tiempo de meterse en la cama y coger postura. No me he movido en toda la noche desde que conseguí calentar una parte del colchón; me he movido como un pollo en el asador, para no perder el calorcito. Xela ha sufrido una bajada brusca de temperaturas y ayer por la mañana, además de enigmáticos bancos de niebla, se alcanzaron las temperaturas más bajas del año: unos dos grados, según decía esta mañana el periódico.

Pullman de vuelta hasta Chimal, camioneta hasta La Antigua y un almuerzo en el Comedor Típico Antigüeño, casa de comidas frente al mercado que reúne a las familas del lugar los domingos.

48 horas fuera de la burbuja del cooperante... y metido de lleno en la rutina backpacker o de viajero independiente. A veces hace falta salir y tomarse un respiro! Ahora sólo me quedan las agujetas!



AB

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