martes, 26 de febrero de 2008

Nicaragua II: playa y León

Desde Managua tardamos como hora y media en llegar. El intercolectivo nos dejó en el mercado y seguimos en taxi hasta la Texaco Guido... una gasolinera a media cuadra de la sede de PyD en León.

Nos dió tiempo de soltar cosas para aligerar la mochila y seguir camino de la playa de Poneloya, a 15 km. Pillamos la camioneta en el mercado de Sutiaba, una población cercana donde vivían comunidades indígenas que ha sido alcanzada por el crecimiento de la ciudad. Para no desfallecer, nos pertrechamos con unos curiosos bollitos rellenos de queso que ofrecía una señora entrada en años que abanicaba su género con una bolsa atada a un palo para espantar las moscas.

Poneloya

Con la soñarrera de la hora de la siesta, el camino se hizo corto.. tardamos unos 45 minutos en recorrer esos 15 kilómetros de carretera pedregosa y polvorienta.

Tras acomodarnos, nos fuimos directos a la playa para disfrutar de un baño "pacífico" antes del atardecer... Arena negra y gruesa, casas con techos de hoja de palma a pie de playa, exóticas palmeras, pequeños cangrejos, poca gente y un mar picado con olas de un par de metros.

El Pacífico, como ya os he contado, no debe su nombre a la mansedumbre de sus aguas.. todo lo contrario! Ruge con fuerza, te embiste hasta desarmarte, aprovecha cualquier descuido para azotarte con su espuma... pero es divertido. No se puede meter uno muy profundo, las olas se encargan de arrastrarte hasta la orilla sin compasión. Un espectáculo digno de surferos, pero aún no practicamos.. tiempo al tiempo.

Sin lograr clasificarnos para el concurso de nuevos valores del surf por falta de práctica, nos dedicamos a disfrutar de una tranquila puesta de sol que el océano se encargaba de acompañar con el rumor de las olas. Otro día más, otro día menos.

Para cerrar la jornada, estuvimos en el Suyapa para tomar un par de cócteles de camarones, unas Toñas y un estupendo pescado a la meunier... mmmm, hacía tiempo que no comía un pescado tan rico! Central, apuntadlo para cuando vuelva a casa: lenguado a la meunier para el tercer día... ;)))

León

Por la mañana regresamos a León para visitar el centro. Cogimos la calle Real arriba, hasta llegar al cruce del convento de San Francisco con la Fundación Ortiz-Gurdian. El convento se ha convertido en un lujoso hotel, pero conserva impecables trabajos en sus artesonados y altares. El patio, en una mezcla imposible de jardín inglés y huerto de convento, nos sirvió para alguna foto.

Seguimos la visita por la Fundación Ortiz-Gurdian, con una colección de arte contemporáneo bastante decente para el contexto, aunque sólo disfrutamos de un par de cuadros de la escuela mexicana, una reinterpretación de un cubano sobre el Guernica y las Meninas y una brillante escultura de un cactus de madera lacada.

En el parque central, como no podía ser de otra forma, está la Catedral... rodeada de un colegio, un edificio de dependencias municipales y unas cuantas tiendas. El programa de patrimonio también estuvo aquí... en 1995 acometieron la reforma del parque, aunque valdría la pena volver a revisar el ensolado y la fuente del centro. Desde fuera se escuchaban las canciones de la misa que se estaba celebrando.. era domingo, claro.

Uno de los pequeños placeres de la vida es comer helado. Desde que llegamos vi muchos carritos con campanillas que anuncian la presencia del heladero.. En Nicaragua Eskimo es la marca que triunfa. Nos hicimos con un par de helados "jumbo" de dos bolas.. piña y pitaya (una fruta morada algo ácida) y ron con pasas y vainilla con cookies para la niña.

Llegamos hasta la zona universitaria camino de la Iglesia de la Recolección, la que Isa destaca entre todas las iglesias de León.

Seguimos hacia el mercado, que al ser domingo no contaba con mucha afluencia, pero no dejaba de ser un foco de interés sociológico: peluquerías mínimas, bancones de fruta y artesanía, travelos paseando entre la mercancía y tiendas de queso que perfumaban el ambiente.

Ojito con la señora del fondo, en plena meditación sobre la necesidad de descansar los domingos.

El Calvario fue nuestra última visita antes de encaminarnos hacia el Laborío, otra iglesia, cercana a Cocinarte, el sitio donde teníamos previsto comer. Como el tiempo apremiaba, devoré rápido las simpáticas quesadillas de espinacas que había ordenado... Isa, pobre, no se sintió del todo satisfecha con su ensalada mil colores, tan sugerente en la carta.

Corrimos hacia la sede de PyD para hacer las maletas. A las cuatro ya estaba en el aeropuerto, donde maté el tiempo con ciento y pico páginas de Atxaga. Isa iba hacia Somoto con el equipo de la ong y un auditor de la Junta de Andalucía que venía a conocer los proyectos de la zona.

Tres días fantásticos en un país tranquilo y curioso.



AB

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se os bien genial, requeteguapos mis niños!!!
y como dicen desde Burgos, me muero de enviaaaaaaaaaaaaaa.

HOY ES EL DIA DE ANDALUCÍA!!!

y como dijo anoche Ismael Serrano en el petit concierto, los exiliados son los que sentimos más la patria...