Pilar y Gimbo nos dejaron con su vocho en casa de Quique (Sevilla, 34 años, periodista, oficina de información de la FAO). Causalmente, Quique vive en la misma casa que Pablo y Alberto, mis salvadores del aeropuerto.
Siguiendo en la línea de "dejarse llevar", pasamos por Antigua para recoger el bañador y seguimos camino de Iztapa, cerca de Monterrico.
La niebla que cubría la carretera de los volcanes no nos permitió disfrutar de, según dicen, uno de los más bellos paisajes de este país.
Entre historias y unas alitas del Pollo Campero, buque insignia del empresariado chapín, llegamos a un muelle donde dejamos el coche. Allí ya estaban Chisco, guatemalteco, Raquel, Ander, Maica y, mientras esperábamos la barca, llegaron los ICEX.
Resulta que nos disponíamos a pasar 24 horas en una casa en una zona de manglares con acceso directo a la playa. No teníamos ni idea.
Nachos, guacamole, michelada, camarones, perritos, hamburguesa, Botrán 12 años y piscina. Así han transcurrido mis 24 horas en el Pacífico...
El sábado jugamos una pachanguita con los tipos del lugar, que se dedican a la pesca y a cuidar las casas. Fue divertido, nos pegamos unas carreras y acabamos sin aliento... creo que en este año he jugado más al fútbol que en toda mi época en el colegio!
Por la noche, zancudos hambrientos y malintencionados nos quisieron acribillar... pero -gracias niñas!- mi repelente hizo bien su trabajo y he salido ileso.
La noche fue larga, hablamos de lo divino y de los humanos... lástima que no aguanté para asistir a un espectacular amanecer que sólo he podido ver en foto.
Ayer tranquilos, la mitad con resaca y la otra mitad jugando con Elsa y Martina, las dos hijas de Patxi y Patricia... Elsa, con un año recién cumplido, fue nuestro entretenimiento toda la mañana. Martina, con tres, nos enseñó cómo su barco que se hundía con todos los animales que tenía dentro: una foca, un tiburón, un cangrejo y una medusa...
Por la mañana las olas del Pacífico se resentían por el temporal que hubo el sábado. No paró de llover hasta las tantas de la mañana. Sin embargo el domingo fue un día estupendo, con un cielo despejado que nos obligó a embadurnarnos de crema protectora hasta las orejas.
Estuve un rato jugando con las olas, nunca las he visto tan grandes. Es impresionante cuando una ola se está enroscando en tus narices y rompe de pronto... te ves envuelto en un mar de espuma y a merced de la fuerza del agua: es imposible tratar de controlar nada, pero en esos 7 segundos de inercia la adrenalina alcanza cotas desconocidas. Tengo que plantearme lo del surf, aún puedo estar a tiempo.
Ahora estoy molido, tengo agujetas por todos lados.
AB
domingo, 14 de octubre de 2007
Pacífico revoltoso
en 21:56
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3 comentarios:
No seas tan aventurero y ten cuidao con todas esas olas que pueden que te lleven para alante!El menú es maravilloso asi que ve enterandote de las recetas para que hagamos aqui comidita rica, bueno, mejor para que nos la hagas tu cuando vengas!
Besitos
Mamá
Pollo campero. Me gusta el nombre :-)
Jo, qué envidia das...
Un abrazo!
Hola primo!!
Cuando me fui de España me quedé triste y compungida sin poder ver "Bea"...hasta hoy!! Me enganchado a tu novela guatemalteca!!Cómo escribes!!
Por cierto...Mar...NO TENIA NI IDEA QUE FUESES MAYOR QUE ALE!! ;)
un besito
la muniquesa
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